El objetivo de la obsolescencia
programada es el lucro económico inmediato, por lo que se le resta toda
importancia a las labores de protección al medio ambiente. Las empresas no se
preocupan por cuidar ni respetar el agua, el aire, la fauna, la flora, es
decir, el cuidado de la naturaleza pasa a un segundo plano. Un caso de obsolescencia
programada en el que se producen millones de residuos consiste en: Uno de tus
aparatos de uso electrónico se te estropea y, en consecuencia lo llevas a la
tienda para que te lo arreglen. El caso es que cuando lo examinan en la tienda
y te dan un presupuesto para la reparación, te das cuenta de que te sale más
barato comprar un aparato nuevo que arreglar el antiguo.
Cuando miles de personas alrededor
de todo el mundo compran un aparato nuevo, tiran el estropeado, por lo que se
acumulan miles y miles de toneladas de residuos electrónicos como ordenadores,
teléfonos, móviles, impresoras, microondas, lavadoras, etc…Somos unos 6.500 millones de
habitantes en nuestro planeta, se calcula que de media, la población aumenta en 210.000 personas. Cada día se produce 1 kilogramo de basura por persona, lo
que vienes a ser 6.500 millones de kilos de basura de los que la mayoría de
residuos no son biodegradables. Estos datos serían menores sin la denominada
obsolescencia programada.
El problema que tenemos con la
obsolescencia, es que los residuos que se producen a causa de ella son muy
contaminantes para el medio ambiente. Algunos materiales con los que se
producen estos aparatos son: Plástico, polipropilenos, baterías de plomo, etc…
Éstos materiales son muy resistentes a la degradación, por lo que tardan muchos
años en descomponerse.
Pero… ¿A dónde va a parar esta gran
cantidad de basura? Como podemos ver en el documental llamado “Comprar, tirar,
comprar”, la peor parte de los residuos producidos a causa de la obsolescencia
programada se dirigen hacia los países menos desarrollados. Hasta ahora, sobre
el 70% de la basura tecnológica iba a parar a Asia, sobre todo China e India,
pero en los últimos años, Europa y Norteamérica han movido en vertedero a
África. Los peores parados son Nigeria y Ghana. Un barrio de la ciudad de
Accra, situada en Ghana, se ha convertido literalmente en un vertedero, en
concreto, el mayor vertedero electrónico del mundo.
La exportación de residuos
electrónicos es ilegal en la Unión Europea, pero la Agencia de Protección
Ambiental estadounidense lo clasifica como reciclaje legítimo. Las empresas productoras de estos
residuos, envían ésta basura en calidad de material electrónico usado con
intención de ‘reducir la brecha digital’. Sin embargo, en muchos casos estos
equipos son inservibles (entre un 25% y un 75%). Se transportan en contenedores
etiquetados como “mercancía de segunda mano” ya que las leyes de la UE sí
permiten exportar productos reutilizables. Estamos hablando por lo tanto de prácticas flatulentas llevadas a cabo por los países desarrollados.
¿Qué podemos hacer para reducir
esta cantidad desproporcionada de residuos? Debemos protestar y hacernos sentir
para que la obsolescencia programada termine, debemos tomar partido y escoger
las marcas que sepamos que tienen unos productos más duraderos, debemos
preguntar en los comercios cuales son los productos que más duran. Francia ha
tomado duras medidas contra la obsolescencia programada, y los empresarios y
empresas que sean descubiertas llevando a cabo éste tipo de prácticas, estarían
expuestos a penas de cárcel (individuos) y a multas que ascienden hasta los
300.000 euros (empresas). También debemos pedir que las
garantías de los productos sean más duraderas y que se garantice la existencia
de piezas de sustitución. Lo último y más importante es implicarnos y
reciclar nuestros desechos electrónicos
de forma correcta. Las empresas deberán garantizar el reciclaje de sus productos tecnológicos y reducir los materiales contaminantes utilizados en la producción de dichos productos.

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